La comida transcurrió de la forma que pretendemos hacer norma, la primera parte nos presentamos y hablamos del proyecto de la Tertulia a Don José Joaquín (si me permiten, a partir de ahora José Joaquín a secas) intercambiamos impresiones y comenzamos a saborear los entremeses.
Tras esta introducción se abrió paso al tema central de la Tertulia, “La Juridicidad y actual situación de la Abogacía, cambios y enfoques ante los nuevos tiempos”.
La corta duración de la comida, que impone las obligaciones laborales de los tertulianos, no fue menoscabo para que nuestro invitado nos brindase una buena cantidad de anécdotas y nos ilustrase con su conocimiento y visión de la profesión de abogado y de la justicia.
Comenzó trasladándonos a sus comienzos como abogado, los recuerdos del maestro, el barrio de San Vicente, las noches estudiando los primeros asuntos, la ilusión del que empieza a sumergirse en un mundo tan apasionante, diverso y, en muchas ocasiones, complejo como es la práctica del derecho.
Pudimos hablar de la importancia del estudio para el ejercicio de la profesión, de la independencia necesaria del abogado y la gran competitividad que hay en el ejercicio diario que no debe ser traba para mantener los valores deontológicos que en ocasiones pueden ser perdidos de vista.
José Joaquín nos habló de como el Colegio de Abogados es un nexo necesario entre todos los abogados de Sevilla, que sirve tanto como para dar servicios como para ser cabeza visible de los abogado sevillanos, defendiendo sus derechos en los momentos en los que se hace necesario, y nos transmitió la voluntad de trato cercano que mueve a todos los que trabajan el Colegio, comenzando por él mismo.
Ante nuestras preguntas, nos ilustró sobre la necesidad histórica de modernizar la administración de justicia, dotándola de mayores medios, y como esta modernización se ha ido posponiendo innumerables veces debido a causas ajenas al propio sistema judicial. Nos contó como estuvo presente en un momento clave, en el que podían haberse puesto los cimientos de la modernización y mejora, pero que todo acabó en nada, como muchas veces ocurre cuando es necesario poner de acuerdo a diversos intereses.
Conversamos acerca de como esta falta de modernización de la justicia es vista por la sociedad como un problema de los jueces y profesionales que en ella participan y de la normativa, cuando, sin embargo, es más un problema de medios que de personas y leyes (que también pueden mejorar siempre).
Tratamos la responsabilidad que tienen en esta imagen pública los medios de comunicación, que en ocasiones olvidan, incluso atacando a pilares básicos de la justicia en un estado de derecho como son la presunción de inocencia y la independencia de los jueces y tribunales. Llegando a existir ocasiones en las que se confunde el dolor del perjudicado con la graduación de la condena del que comete el delito, y se crean juicios de valor subjetivos sin tener en cuenta o conocer la realidad de los hechos. Demostrándonos lo fácil que es caer en un concepto del derecho penal primitivo, olvidando la importancia de la norma, sanción y proceso. Derivando este tratamiento poco diligente de los asuntos jurídicos y judiciales en juicios paralelos, que desvirtúan el sentido mismo de la justicia.
De este problema que nos parece tan actual, ya se hizo eco Cicerón (República IV, 10, 12):
"... Nuestras leyes de las Doce Tablas, tan parcas en imponer la pena capital, castigaron con esa pena al autor y al recitador de versos que atrajera sobre otro la infamia. Esta disposición fue sabia, porque debemos tener sometida nuestra vida a los fallos legítimos de los jueces y de los magistrados, más no al ingenio de los poetas, y no debemos oír cargos sino allí donde la contestación es lícita y podemos defendernos judicialmente…”
Esto nos sirvió también para conversar sobre el aspecto humano de la profesión de abogado, el trato cercano con personas con las que, siendo clientes, en ocasiones, se crea un lazo de confianza que va más allá de que cualquier relación mercantil o de trabajo y como los hechos son muchas veces de una complejidad tal que no son explicables mediante los clásicos arquetipos de los buenos y los malos.
Continuó la tertulia, ya con el arroz sobre la mesa, acompañado para algunos por cerveza (Don José Joaquín sin alcohol) y otros por refrescos varios (incluso agua), hablando sobre la importancia de la mediación y el arbitraje en estos tiempos de tribunales revueltos y de mucho ruido y gritos y poco silencio y escucha, y la novedad introducida por la nueva Ley de Mediación. De como el abogado posee los conocimientos y experiencia en el trato de conflictos necesarios para ejercer las labores de mediador y de como es preciso buscar nuevos medios de resolución de conflictos.
Se nos hizo tarde ya con los cafés, contando diversas anécdotas de la profesión y de Sevilla, debiendo marcharse raudos algunos de nosotros, obligados por los horarios esclavos, finalizamos la sesión. No sin antes agradecerle a José Joaquín, nuestro padrino, su tiempo compartido con nosotros y hacerle entrega del emblema de la Tertulia, un marca páginas de cuero con el logo de las “T G-80”, mientras que él nos dedicó cariñosamente nuestro libro de visitas (muchas gracias a Enrile por su generosa donación). Momento que quedo inmortalizado digitalmente.
En definitiva, José Joaquín nos demostró su carácter afable y cercano, de buen mediador, y su compromiso con la abogacía en general y, más concretamente la sevillana, y nos ofreció toda la ayuda que estuviese en su mano para que este proyecto que es la Tertulia Generación de los Ochenta se consolide y avance. Gesto que agradecemos enormemente.
Ya eran las cuatro y media de la tarde cuando nuestro padrino y los más rezagados salíamos de la sede, con una sonrisa entre los labios, satisfechos de haber disfrutado de una magnifico jueves de tertulia.
Tertulia G-80.
